DOS DE FRACCHIA
A pesar
de todas las medidas -arena y sombra y después
números-
el tiempo está dentro,
insaciable
en su plenitud.
Nos
lo prueban el nacimiento y su fin,
nuestra
incredulidad frente al hueso
y aún
ante la flor que lo parte.
Entonces
apelamos a la comparación y la distancia,
al
sortilegio de las edades,
los
cómputos.
Su
término imposible nos induce a inventar
un ser
para cada nada: el instante o la hora,
el día
o la fracción apata para la suma.
Matemática
fallida: la suma nos resta.
Llegaremos al término,
a la intolerancia de lo sdía próximos,
al último
de los nacimientos legislando.
Nos
sentaremos, como es habitual,
a la mesa;
cada rostro será el espejo del otro,
y el otro
el espejo de todos.
No seremos
elocuentes ni pondremosénfasis en llenar el vaso.
Volveremos
a escuchar lo que ya fue escuchado,
tomaremos
el vino de siempre,
compartiremos
el pan.
Y una vez más
daremos el beso, fieles a nosotros mismos.