13 de octubre de 2007

Las vueltas

Tanto andar las calles, tanta vereda pasando bajo los pies, tanta baldoza repetida, tanta que nunca es la misma, tanta mierda pisada, tanto puteo, tantos iguales pasando por al lado, tanta indiferencia, tanto comercio, tantas noches, tantos bares, tantas torres, tantos autos lujosos, tantas tentando, tantos dame una monedita, tanta sequía, tanto levante, tanto alcohol... el círculo vicioso de las cuatro avenidas se hizo vertiginoso: se cortó el hilo, la fuerza ficticia fue máxima y muerta la centrípeta, viva la centrífuga.
Me voy por la tangente y que se caguen todos, ¿cuál es? si yo quiero, yo elijo.
Dejar de dejarse llevar por el pingo: el pingo soy yo. Entrar como un caballo en el barrio y atravesar el barrio. Entrar a la villa y casi salir de la villa. Quedarse, aquerenciarse. Siendo Cruz verse en Fierro. Meter la pata en el barro y conocer al salvaje: salvaje de cuero curtido por el entorno, salvaje que hace menos daño que finos ladrones de guante blanco, salvaje que a veces corre como negro para ganar como blanco.
Ver y hacer, pensar y hacer, hablar y hacer. Leer, pensar, divagar, agarrarse del cable a tierra y escribir. Otra vez la pata en el barro y machetear, destroncar, hacer el camino hasta encontrar el lugar en el mundo.
Llamar a la familia, comunicar el deseo de transformar la naturaleza. Escuchar que en esto se te va a ir la vida, contestar que la vida se me va a ir... en esto o en otra cosa.

Mustafá Hernández.

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Soy del torito de mataderoS